Una habitación roja, una vela parpadeante y una jugosa mujer con una máscara negra, con orejas de gato. Sus piernas abiertas y esperando ser castigada. ¿No es esto lo que todo macho brutal sueña, no es este el espectáculo que su cerebro imagina? Sus bragas colgando de la boca sólo acentúan su humillación. La empujan hasta el fondo, jadeando, pero ¿quién va a compadecerse de ella? Sus bragas se balancean de un lado a otro, la polla en tensión golpea con fuerza su húmedo agujero. Y no hay otro camino con la perra: ¡debe obedecer dócilmente todas las órdenes del amo!
¿En qué estaba pensando esta mamá cuando andaba por la casa sin las bragas puestas? Entonces el perro olió lo que la perra quería. Cuando le levantó la falda, ella no tuvo nada que decir. ¡Y ella se puso en plancha cuando él le roció su esperma por toda la cara!